lunes, diciembre 11, 2006

Tim Burton por Tim Burton, Mark Salisbury (ed.)

Prólogo de Johnny Depp. Trad. Manu Berástegui y Javier Lago. Alba, Barcelona, 2006. 435 pp. 23 €

Pedro A. Ramos García

Esta edición, revisada y actualizada a partir del libro publicado en el año 2000 por la misma editorial, hará las delicias de los aficionados a Tim Burton, de los cinéfilos en general y de los que creen que hacer cine es algo más que un actor en camiseta salvando el mundo (con bandera americana al fondo).
El libro, organizado cronológicamente, está dividido según los distintos proyectos en los que Tim Burton ha participado, pero además el volumen se completa con una filmografía detallada, una escueta bibliografía y un índice onomástico que nos permite un acceso rápido y directo.

Un tipo raro con éxito
Johnny Depp en el prólogo define a Tim Burton como “el inadaptado que mejor se adapta” y recuerda cómo se conocieron. Aquel café cambió su vida. Y el papel de Eduardo Manostijeras provocó que “dejaran de verle como otro trozo de carne para el consumo de Hollywood”. Hasta entonces, Depp sólo había protagonizado Cry Baby de John Waters y trabajaba en una serie de policías en el cole, lo que amenazaba su salud mental. Por eso es fácil comprender que, tras aquello, surgiera entre los dos una amistad que continúa hasta el presente y que nos ha de sorprender con futuras colaboraciones. ¿Es Depp el alter ego de Burton? Seguramente. A esta pregunta no contesta el libro, pero leyendo el prólogo a la edición revisada, sorprende comprobar que, casi once años después, siendo padres, sigan siendo amigos, sigan admirándose y compartiendo sus (escasos) momentos de ocio. Algo raro en este mundo de vanidades.
Este libro nos cuenta, de viva voz, como Tim Burton se ha convertido en Tim Burton, ¿o fue siempre Tim Burton? Una de las anécdotas que mejor definen al entrevistado y el tono del libro, en general distendido y divulgativo, es en la que reconoce que, como no le gustaba leer (y todavía sigue sin gustarle), llegó a filmar una película, Houdini, para evitar un trabajo de veinte páginas que tenía que hacer tras leer un libro. Fue en los primeros cursos del bachillerato. No es para sentirse orgulloso, pero como el truco le funcionó, lo repetiría más adelante. Sin embargo, esta anécdota contrasta con una de las constantes en su carrera: nunca firma el guión de las películas que dirige o produce. Por muchas observaciones o comentarios que realice, como llega a afirmar algún colaborador, Tim Burton nunca ha incluido su nombre en este apartado. Según cuenta, esto se debe al gran respeto que le supone la escritura. Podían tomar nota algunos directores/artista de nuestro país.

Los orígenes
Su primer empleo en Hollywood fue en 1979 como animador en Disney. “Aquella —confiesa— fue la época de mi vida en la que he estado más deprimido. […] Quieren que seas un artista pero al mismo tiempo quieren que seas un obrero de fábrica, un zombi sin personalidad.” Y su primer gran éxito, en 1989 cuando se estrenó Batman, un guión que llevaba diez años entre idas y venidas, y que le convirtió en el director joven más solicitado, permitiéndole postergar la segunda parte del hombre murciélago y embarcarse en Eduardo Manostijeras.
Si hay alguna película que tenga la etiqueta inconfundible de “Burtoniana” es Eduardo Manostijeras, la primera que hicieron juntos el tándem Burton-Depp, y que, según cuenta el primero, surgió como evocación de sus años de adolescencia para expresar la tortura interna que experimentaba al no poder comunicarse con quienes le rodeaban, en particular, su familia. El argumento, firmado por Burton y la guionista Carolina Thompson, narra cómo Eduardo —una creación incompleta de un inventor fallecido por un ataque al corazón antes de poder terminar su obra; por lo que Eduardo en lugar de manos, tiene un par de cuchillas— es rescatado por una vendedora de Avon que no dudará en llevarlo a su casa en una urbanización que, según afirma el autor, está inspirada directamente en la de su infancia. La película cuenta cómo Eduardo no tarda en convertirse en un personaje popular. Sin embargo, la envidia del bruto, primero, y el acoso por parte de la ninfómana de la urbanización, después, le convertirán en una especie de monstruo (aquí el homenaje a Frankenstein es evidente) al que todos quieren eliminar.
Sus siguientes proyectos, Batman returns, Pesadilla antes de Navidad, Ed Wood, Mars Attacks!, Sleppy Hollow, y El planeta de los simios, responden a lo ecléctico que resulta este raro espécimen de la fauna Hollywoodiense, quizá por eso autoexiliado: “…he huido de Hollywood, por que no quiero caer en el mundo de fantasía que esa gente ha creado. El único mundo de fantasía que yo quiero crear es el de mis películas.” Interesante afirmación para alguien cuyo nombre garantiza el público pero, al mismo tiempo, no puede ser calificado de comercial. Contradicción que parece transplantarse a sus personajes. A menudo incomprendidos y malinterpretados, marginados casi siempre, pero adorables.

Cine y literatura
Las adaptaciones literarias en las que ha participado Tim Burton van desde la oscura Sleepy Hollow, una adaptación del cuento de Washington Irving La leyenda de Sleepy Hollow, hasta la fantástica Charlie y la fábrica de chocolate, basada en el clásico infantil de Roald Dahl. Sin embargo, en el libro destaca el capítulo sobre Big fish debido a la relación que esta película guarda con la biografía de Tim Burton: su padre falleció en octubre de 2000, mientras el trabajaba en la malograda El planeta de los simios. El log-line, un periodista intenta reconciliarse con su padre moribundo, fue más que suficiente para que Tim Burton decidiese embarcarse en este proyecto.
También adaptación es La novia cadáver, su más reciente trabajo, que, según dice, surgió de la necesidad de retomar la técnica de stop-motion o animación plano a plano que ya había utilizado en Pesadilla antes de Navidad. En un mundo dominado por el ordenador, Burton optó por la artesanía. Se muestra de acuerdo con que el ordenador puede dar más, pero hay un lado emocional, declara, que nunca podrá aportar. Por lo tanto no resulta extraño que para Charlie y la fábrica de chocolate Tim Burton rechazara crear por ordenador los Oompa Loompa, aquellos diminutos habitantes de la fábrica de Wonka, o prefiriese ardillas reales en lugar de efectos digitales.
Todo esto y mucho más en este libro-guía imprescindible para los que deseen aproximarse al mundo de Tim Burton, sus inicios, motivaciones y manías de éste, para algunos, genio de la imagen en movimiento.

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