miércoles, mayo 06, 2009

La soledad de los ventrílocuos, Matías Candeira

Tropo Editores, Zaragoza, 2009. 178 pp. 15 €

Miguel Sanfeliu

Matías Candeira es un joven autor madrileño que ha ganado diversos concursos literarios y participado en libros colectivos como Parábola de los talentos, Relatos en cadena, Antología de novísima narrativa breve hispanoamericana o Noche de relatos. La soledad de los ventrílocuos es su primer libro en solitario. Se trata de un conjunto de relatos que ha merecido el Premio Provincia de Guadalajara de Narrativa 2007.
Los relatos de Matías Candeira se caracterizan por la extrañeza que causan en el lector. Nos sumergen en una realidad distorsionada, como si de pronto transitáramos por un mundo sin reglas, en el que todo es posible, en el que lo fantástico y lo real conviven con normalidad. Sus historias retuercen lo verosímil y nos enfrentan a nuestro lugar en el mundo, nos transmiten el miedo o la inseguridad, pero nadie parece preguntarse sobre la normalidad de lo que encuentra. Así ocurre con ese cartero que se interna en un edificio sin luz, lleno de plantas y goteras, laberinto extraño habitado por seres recluidos no se sabe por qué, en el relato La segunda vida, uno de los más extensos y en el que nos da, quizá, la clave para mirar este mundo; de la misma forma que lo haría alguien que descubre, en uno de sus cajones, esa señal meridiana que indica la existencia de un mundo que se ha perdido: una lanza jíbara detrás del sofá, una bola de pelo azul prendida en la cortina, ese pequeño farol que, muy lejos, parece que se enciende y se apaga bajo la cama, en los márgenes de un universo con otro.
El viaje es duro e incluye paisajes lovecraftianos, seres inverosímiles, lugares donde la lógica se rompe, dejando paso a escenas surrealistas, a espacios deformes que parecen éste sin serlo.
Una nevera que se muere, un bombardeo de flores, un monarca juguetón, un agujero que canta boleros en la barriga de una mujer, un vendedor de cabezas reducidas, un hombre que pasa las horas sumergido en un barreño… Y también, claro, esa marioneta que decide cortar sus ataduras, tomar las riendas sobre su existencia, eludir al aciago demiurgo que rige sus destinos.
El estilo cuidado de Matías Candeira consigue que nos involucremos en la historia y aceptemos con normalidad lo que allí ocurre, la galería de personajes que nos propone. El ritmo de su prosa nos transporta a mundos en los que todo es posible, donde las cosas se desenfocan y parecen mostrarse a través de un cristal que deforma su contorno, y que sin embargo nos hablan de asuntos muy cercanos que se encuentran en nuestro interior.
Quiero destacar el fino humor de Candeira, que salpica sus relatos con un tono desenfadado, ligeramente burlón en algunos momentos, que resulta muy efectivo. Pero, sobre todo, la ternura con la que trata a sus personajes. Es el aspecto que más me ha llamado la atención; en esos escenarios deformados y alucinantes, lo que encontramos es una mirada compasiva hacia los demás.
En resumen: La soledad de los ventrílocuos es un libro muy personal, la carta de presentación de un escritor solvente que deja claro que tiene muchas cosas que contar.

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